Tras una vida de incesante intento
después de días y noches
y meses
y años, tantos años
de escribir
en silencio, en tinieblas
en medio de todos los fuegos
de escribir y escribir
para aprender a escribir
después de tanta jornada
en tinta o pantalla
de mis heridas manan puras palabras.
Mi mente sin voz
es una llaga
por siempre abierta
por siempre húmeda
Mi sangre,
un violento afluente de lenguaje
en busca de respuestas.
Las quimeras que encienden
las mejores luces
también guardan abecedarios
en la incandescencia
de su entraña
se gestan los versos esperanzados.