Aprender las reglas a lo profundo, hasta los cimientos ¿Cómo no? Conocer cada uno de sus resquicios, reconocer sus trampas.
Aprenderlas para romperlas con gracia, para saber cuándo, cómo, dónde. Por supuesto.
Transgredirlas en la cocina, en la narrativa, en el arte, en lo cotidiano, en lo existencial. Cuestionar. ¿Por qué? ¿Para qué?
Desarmarlas y transformarlas hasta que, como nuevos destellos , asomen por las ventanas de la experiencia sorprendentes novedades.