Existe una traición muy sutil en la buena memoria. Te empuja a lo mejor de lo vivido, a sus lugares, al color y su música, a tu versión en éxtasis.
O, sin más ni menos, te coloca en el centro de los pasados infierno. Despiertan también los lagrimales. Una vez más, arde tu furia, también tus rodillas.
El detonante aguarda en los sentidos. Un aroma, un sabor, sonidos o silencios. Una fecha en el calendario. Imágenes talladas en el interior de los párpados.
Sus modos son aleatorios, poderosos, de tal misterio, que jamás encontramos el timón.
Puede ser consecuencia de su sabiduría, una manera ancestral de ejercer desde el subconsciente, la supervivencia.
Sin embargo, por esto o por aquello, aunque sutil, es traición.