Lugar mágico

Hubo un lugar mágico, un sitio de sal y sol en donde  los días se tendían plácidos, 
como mantas sobre el césped tropical. En aquel sitio paraíso nos tumbábamos 
juntas, las horas y yo,  para leer leyendas en el cielo.

Su canción de olas, las caricias de espuma despertando la piel. Las tardes horizontales, 
los pies descalzos de mi gente  inventando rutas en la arena, la mente perfumada 
por brisas marinas, mi cuerpo bañado de luz, cubierto de gotas. El cabello salvaje y salado.

Noches de música con luna, niños y mujeres bailando, también las estrellas. 
Era tanto y era todo. Un todo inmenso, hoy historia.

Quedan recuerdos sólidos guardados en imágenes  y  sonidos, viven las memorias 
en tardes moribundas, tardes mandarina, hermosas y ligeras. 

Mi madre en el centro de todo, como bengala y como cascada.

Alguien ha de estar ahí, este día libre, en el sitio paraíso que fue nuestro, 
dentro de un verano que ha asomado envuelto en esplendor inusual. 

Otros niños bailan otras canciones en aquel rancho. Otras mujeres. 
Otras palabras sobre la brisa de nuevos atardeceres.
Que sean felices en aquel mi lugar favorito, que sean tan felices como lo fuimos nosotros.

Tal vez la cama

Quizás volver a una cama pequeña sea la respuesta. 
Encontrar  formas de desandar los años 
de salir de la cama ancha que colocó continentes 
en medio de los cuerpos. 

Sí.

Quizás un lecho pequeño encienda de nuevo la llama
uno diminuto, como el que compartían cuando se iniciaron en el amor. 

Tal vez recuerden. 

Tal vez ardan de nuevo en aquella fogata en la que fueron tan felices. 
Tal vez la sientan. 
Tal vez les sorprenda el milagro del placer. 
Tal vez el calor. 
Tal vez  el gozo joven de los pies encontrándose sin buscarse. 

Puede ser, sí.

Una cama pequeña para recuperar la gran fogata. 
No, quizás no se ha perdido todo.

Sí, amiga.

Tal vez la cama, tal vez probás...



Contundencia

Te soñaba. Habitabas sueños frecuentes, vívidos, multicolor. Rozaban esas noches cierta felicidad. Pero no eras tú. Soñaba con una versión tuya que el inconsciente tejió. Eras un invento onírico para recrear la historia. Una osadía.

Sin embargo, a paso de noches largas y de fantasías tejidas con el humo de una esperanza desvanecida, la caverna del cerebro que fabrica los sueños perdió el brío. Claudicó. Abrió los ojos. Con aplomo, se hizo dueña de la verdad.

Aceptó que no hay ilusión superior a la contundencia de la realidad y, con sutileza, nos enseñó de una vez por todas a despertar.

Le llaman poesía

Se succiona, se besa
se devora

o se bebe a sorbitos.

Se llora, se raya
se margina.

Recorre tu mundo
lo rompe y te rompe
transfigura el paisaje.

Llega
permanece.

Ocupa el abstracto
donde arden los fuegos
la región íntima
donde convergen sustancia
y razón.

Poesía.

#díamundialdelapoesía

Galaxias de historias

Tundras, humedales o desiertos, océanos o cordilleras, paisajes variopintos, nunca repetidos.

Sí, el cuerpo humano es un mapamundi fascinante.

Ahh… pero la mente alberga el enigma, la grandeza. La mente es una caterva de galaxias, estrellas y electricidad, fuerzas magnéticas. Energía en permanente transformación. Historias.

El entendimiento es belleza sólida, dichoso aquel que rendido cae en los brazos de su embrujo.

Formas de perder

2012 – 2019

Me temo que la Pandemia ha cerrado este capítulo de mi vida. Y como si huyera de una sombra movediza, esquivo en mis caminitos mentales la noción de semejante pérdida.

Porque regresar a su cadencia fue una especie de salvación, un retorno a la algarabía de la infancia, a los despertares que agitaban la juventud. Volver a bailar fue atizar la llama dormida.

Queda en el aire una guitarra que solloza quedito y en el cuerpo historias cerradas.

Permanecerá por siempre en la memoria, como regalo secreto, un soniquete desenfrenado sujetado a mi cintura.

Pero no me llamo a engaño. Es una pérdida. No sé darle otro nombre.