La gata

Rocío cantaba “La gata bajo la lluvia”, subí un poco el volumen del radio. —Es linda, dije. Me refería a la canción.

—- ¡Ay no! eso solo lo oye mi muchacha—respondió.

Mirada seria. Seria, muy seria. Silencio. Solo Rocío y su dulzura y su tristeza y su café asomaban de fondo.

Me parece—solté– que tengo mucho más en común con la empleada de su casa que con usted.

17 yo, 19 él. No volví a verlo. No volvió a verme.

A la Gata la escuché hoy, rotunda y siempre melancólica. Llegó a mí en aires digitales y en nueva versión.

Es linda, repito.