Al miedo

Miedo que me hiciste estatua con sal
de llanto en mi nocturna infancia.
Miedo que poblaste mis noches con
ánimas ocultas en el misterio oscuro
que aguardaba tras puertas de clóset.
Miedo infantil a los fantasmas.
 
Miedo que continuaste.

Miedo que me ahogaste bajo
cataratas negras de adolescencia.
Miedo que erizaste mi voz con el
veneno de lenguas quinceañeras,
miedo que me emborrachaste de inseguridad.
Miedo infinito a la cruel pubertad.
 
Miedo que volviste.

Miedo que aturdes con el gas letal
del cansancio en la noche sin sonido,
más oscura, más siniestra.
Miedo que sacudes mi cuerpo cansado
por décadas y partos y desencuentros.
Miedo de mujer derrotada.

Miedo que permaneces.
 
Miedo que me devoras con
los fantasmas del desamor.
Miedo que me empapas en  
la catarata de la soledad.
Miedo agudo a la lacerante indiferencia.
Miedo de muerte lenta.