El gozo desnudo del ensayo. Sólo acordes y cajones y la voz gitana de la Camela… nada de público, apenas la complicidad de las bailaoras. Tacones con retacones que agitan, y la resurrección que asoma entre las fibras del tablao.
También las manos, siempre las manos, y la sangre…y el deseo. Es el gozo desnudo del ensayo, del flamenco sin testigos.