Se va un año de muchas formas. Cansado, abandona el calendario que ocupó en mi pared y deja un espacio para su hermano que en breve nace. Ni preguntarle que trae, cada uno llega diferente. Cada uno más ocurrente que el anterior. Más intenso quizás, más sorprendente, o más sereno. Distinto al fin.
El que se despide me ha dejado especialmente vieja. Me colocó en la mitad de mi quinta década, pero no se llevó mi eterna curiosidad. Quedé tal vez más pensativa.
Trajo una cachorra labrador del color de la cerveza, traviesa y amorosa.
Se lleva el recuerdo de proyectos logrados y me deja algunos a medias. Agradecida por eso.
Quedan también los regalos que trajo para que me sintiera viva. Conversaciones iluminadas con seres humanos geniales. La capacidad de valorar con más fuerza una tertulia cálida e inteligente. Juntos tendimos puentes.
Me obsequió nuevas amistades, valiosas, un regalo muy grande. Carcajadas y ocurrencias de los míos y de mi propia autoría. Sentido del humor renovado.
La certeza de que todo evoluciona, los hijos crecen y los silencios buenos también. Queda la habilidad de llenar con originalidad esos silencios.
Quedan los pequeños tesoros que cada libro bien leído otorga. El entusiasmo desbordado por seguir leyendo y la imaginación encendida para escribir de todo un poco.
El año que muere deja más canas en la barba del señor de la casa, y la promesa de que solo vendrá más blancura. Y más ronquidos, bellísimas gracias.
Aquí dentro me queda capacidad infinita para amar más y mejor. Enseñanza grande de los días que se fueron. Me deja suficiente para tantos años!!! Besos infinitos dibujados en mi boca para dar la vida en ellos, abrazos cálidos, cariños que no se agotan. Sinceros. Bendito sea el querer. Queda la convicción de que con el año que entra será aun mejor.
Los años también se llevan a seres amados, a algunos colocados lejos, en otro mapa. A ellos no se los lleva del todo. A otros si, para siempre. Ellos duelen y nada malo hay en llorarlos. Se nos mueren gentes y se nos mueren certidumbres. Con su recuerdo quedan lágrimas bien vertidas. De eso se trata también el paso de la vida.
Para este año deseo a todos chispazos de gozo extremo, en cantidades suficientes para reír a viva voz todos los días. Lecciones que nos completen. Trabajo que edifique. Creatividad y entusiasmo.
Poemas e historias que nos transporten a sitios increíbles. Afectos cada vez más fuertes y necesarios. Besos largos y suaves o breves e intensos. Abrazos para no sentir frío nunca. Si se nos hiciera perdidiza la necesaria paz, espero que encontremos el camino que nos regrese a ella. Ojalá no olvidemos que vive dentro nuestro. Y si lo olvidamos, espero que tengamos la compañía de alguien que nos lo recuerde. Y que nos sostenga si de pronto tropezamos. Y a todos deseo esperanza, mucha esperanza. Con ella en las manos y la mirada, lo demás llegará por añadidura.