LA MEJOR LECTURA

De texto en texto he aprendido a leer de todo un poco. Desde los clásicos que lo son para todos, hasta los clásicos que lo son para mi personal universo de letras. Poesía, imprescindible y salvadora. Novelas, escritas con textura y relieve. Humanas, inteligentes, con estructura y contexto. He devorado también tratados de finanzas, porque a eso me dedico y es preciso no quedarme en pasados obsoletos. No han faltado ensayos sobre la vida, sobre la muerte y lo que se acomoda en medio de ambas.

Pero además de libros aprendí a leer personas, cuando lo permiten. Poco a poco abro sus mejores páginas, todos las tienen. Leo su historia en ojos y voz, adivino en su ánimo y propósitos lo que aún no han escrito.


Son inspiradores los relatos que encierran los seres humanos. Enriquecen. A veces conmueven, otras divierten, casi todas acortan distancias. Es genial toparse con personas que se dejan leer la esencia, y como convivir es vereda de dos sentidos, me hacen el mejor regalo si leen la mía.


PARA QUE NO ME OLVIDES

Para que no me olvides empacaré mil historias para ti.  Llenaré una maleta de libretas que cuenten  lo que hemos compartido.  Las impregnaré con mi voz para que cuando las leas me escuches, las vivas de nuevo, y así no quieras olvidarme.

Para que no me olvides  haré un truco con las nubes. Las tomaré en mis manos y con los ojos cerrados las besaré pensándote mucho, pensándote siempre. Soplaré para que viajen lejos y alcancen tu cielo. Lloverán sobre tu rostro  y sentirás que en su agua llevan los besos de vapor que habré enviado para ti. Tal vez así, si mojo tu cara,  no quieras olvidarme.

Para que no me olvides te regalaré mis canciones del corazón.  Podrás escucharlas cuando te duela la memoria. Darán color a tus momentos de nostalgia y  me salvarán en los míos. Compás a compás alivianarán el peso de nuestras ausencias. Aquí en la lejanía yo también  estaré escuchando,  cada nota de ellas llevará tu sonido. Será música tuya y mía, que sonará para que no me olvides.

Para que no me olvides sembraré flores para ti. Las secaré para que sean inmortales y puedas acompañar tus libros con mi recuerdo.  Cuando el tiempo trague tus días podrás recurrir a su fragilidad eterna. Me pensarás. Su presencia pequeña en tus ratos de lectura será mi cómplice. Y me ayudará a que con letras y pétalos, no quieras olvidarme.

Para que no me olvides inventaré futuros a tu lado. Los vestiré de fantasía y de carcajadas. Viajaremos al fin del mundo y conoceremos soles y lunas de muchos paraísos. Los sellaré con un “Te quiero siempre” y los colgaré cerca de tu corazón. Para que te hagan cosquillas, y así no puedas olvidarme.

Para que no me olvides te escribiré poesía.  Tenderé verso a verso un puente indestructible, que se coma al tiempo y a la distancia. Usaré palabras mágicas que te acerquen y me acerquen. Oraciones que te envuelvan, como si fueran abrazos. Redactaré estrofas que te besen, otras que te arrullen, todas hablarán de cuánto te quiero. Y cuando en voz alta leas mis poemas, entenderás por qué necesito, para seguir viviendo, que nunca me olvides.

Para que no me olvides te contaré historias insólitas. Describiré a sus personajes, viajaremos a sus escenarios fantásticos. Te hablaré de los amores que leo, de los sabores que pruebo, de los perfumes que huelo. Te presentaré a la gente que conozca y compartiré contigo mis nuevos conocimientos, también mis obsesiones y disparates. Sabrás de las inquietudes que invaden a mi corazón y las ideas que nacen en mi mente. Compartiré contigo esperanzas y añoranzas.  Describiré todo  con  precisión, para que tú también lo sientas como si fuera tuyo, para que esa sensación compartida  logre que no me olvides.

Para que no me olvides tejeré encuentros imaginarios. Compartiremos helados, veremos atardeceres, disfrutaremos lecturas redentoras y haremos planes descabellados. Te veré crecer. Soñaré que sueñas conmigo, y para que no me olvides, te hablaré de lo que he soñado.

Todo lo que  digo, todo lo que escribo y todo lo bueno que te deseo, te lo comparto con fuerza y arrojo. Para que sientas cuánto te quiero, para que sepas que nunca te olvido… para que  tú nunca me olvides.




MAS ALLÁ DE LAS IMPERFECCIONES

No te gastes la vida dando vueltas a mis imperfecciones. Tengo carencias y obsesiones como cualquier mortal. Es naturaleza humana.
Aguanta la respiración y sumérgete más, avanza a las profundidades de mi esencia. Baja las defensas, desatórate y déjate fluir.
Si cambias el lente de tu escrutinio puede que te sorprendas. A lo mejor te topas con alguna pequeña virtud o con detalles simples, de colores. Rasgos que te asombren bien.
No te quedes en lo que te perturba. Puede resbalarse de tus manos la oportunidad de encontrar algún sabor mío que te agrade, que haga sentido. Si tenemos suerte, alguna de mis locuras te dará un rato de alegría. Hasta podríamos tender un vínculo sólido, a prueba de tiempos y cambios. Al fin y al cabo, de eso se trata la buena convivencia.
Yo por mi parte ofrezco encontrar y abrazar lo mejor de ti. De paso deseo divertirme contigo en ese camino de descubrimiento.
Triste recorrer la breve vida sin observar todo nuestro relieve humano. Una dicha llegar a entenderlo.

Si naciéramos perfectos, sería aburrida esta labor cotidiana de tejer la vida. Los días serían planos y predecibles. Sin la emoción de lo incierto, de la ocurrencia o de la sorpresa, no inventaríamos nuevos rumbos para encontrarnos.

SE VALE ESTAR TRISTE

Mmm… esos días desteñidos, en los que no veo el sol porque al ánimo lo atacó la miopía, en los que no siento calor por esconderme dentro de cuatro paredes.

 Esos momentos en que se me achinan los ojos por llorar, sin tener certeza de por qué lo hago. Esas horas -irrepetibles regalos- que desperdicio porque dejé perdido el optimismo en algún sueño quebrado. 

Esos ratos que desconozco la energía que feliz suele llevarme de aquí para allá. 

Esos días, esas horas, esos ratos existen, la tristeza sucede porque soy mortal y humana. Como todos me rompo y derrumbo, como a muchos, recoger mis pedacitos a veces me cuesta un universo.

En esas pequeñas y turbias temporadas es cuando más falta me haces… 


Afecto por bandera

¿Cómo así? ¿Es mal visto? ¿Inapropiado? No me vengas con estrecheces. A estas alturas de mi partido he ampliado al infinito mi cancha en cuestiones del cariño. Si necesito abrazar, lo hago. Y abrazo bien, con fuerza doy el corazón. Es simple. Le digo a la gente que la quise y que la quiero. No hay conejos escondidos ni intenciones turbias. Es puro sentir. Diáfano, sin agenda. Nada de pretensión, solo necesidad de dar y gozo por recibir.
Los abrazos ahogados y las palabras abortadas agonizan en la soledad. La vida es breve y la emoción infinita. Caminaría mejor nuestro mundo si lo transitáramos con el afecto por bandera. Con besos.

Derriba el muro, esa reserva que llevas como escudo es inútil prudencia, pone distancia fría entre seres humanos. Solo hazlo y ya no te hagas de bolas.

DESPEDIDA DE PAPEL

Es un momento en el que mil luciérnagas me atraviesan el cuerpo de pura emoción. A veces ataca la taquicardia, otras provoca un estado de pura contemplación. Esta gracia que me da la última página de un libro maravilloso, es un explosión de breve y sublime felicidad. También de nostalgia, de despedida.

Cada historia simple o grande, narrada con honores literarios, es una certeza de que vale la pena vivir. Vivir para leer.


Cierro un libro, abro el próximo, ansiosa de volver al éxtasis de las letras. Un regalo de gozo puro.



JACINTA

Me hace falta esa forma resbalada con la que conciliaba el sueño cuando era niñita. Hubo una época en la que lo último que veía en la tele era Jacinta Pichimagüida. Luego me iba a la cama. Si soñaba era en cantadito argentino, sueños de niña. No contaminaba mi almohada con pendientes irresueltos ni penas.


Descansaba mucho, dormía delicioso. Despertaba feliz. Lástima que ya no dan mi serie infantil argentina. Qué pena que los asuntos complicados de la vida también se contagiaron de globalización.

 

A TI, QUE TANTO NECESITAS

Veo tus ojos tristes, escucho lo que estás sintiendo. Para evaporar ese dolor tuyo desearía ser algo más que una simple mujer. Si tan solo pudiera…

Sería un sol para calentar el frío que te ha azotado, para iluminar la oscuridad que te agobia, para darte el gozo de un amanecer nuevo.
Sería una esponja suave que con cariño absorbe tu llanto triste. Enjugaría cada lágrima despacito, con una caricia. Con roces de miel te diría que todo va estar bien, que el amor te rodea y el amor salva.
Sería un canasto de eternas profundidades, para que deposites en mí todo el peso de tu pena. Lo escondería en un abismo profundo y lejano, y a paso de tiempo moriría bajo el yugo del olvido.
 
Quisiera ser el diccionario más poderoso de la historia. Usaría mi voz para ofrecerte palabras mágicas, expresiones con el poder de tranquilizar a tu ánimo abatido y evaporar tu angustia gris.
 
Pero solo soy humana, una amiga que te quiere. Te ofrezco mis manos para estrechar las tuyas. Te doy mi sonrisa. Te amarro en un abrazo largo que dure lo que tu necesidad de sostén pida, que te dé calor hasta que dejes de temblar. Te doy palabras de solidaridad, el silencio de mi discreción. Toda la atención de mis oídos, mi clara mirada. Te ofrezco mi tiempo, mi mejor intención.
 

 

Sé que no resuelvo tu tristeza, ni desintegro tus penas. Pero puedo acompañarte y ocupar los espacios abiertos por tu tremenda soledad.

 

BREVES CUENTOS DE HADA

Ayer vi a un grupo de alumnas de la misma secundaria a la que yo asistí. También escuché su coloquio. Uniforme y actitud siglo XXI, pantalones, independencia. Se extinguieron las faldas de mantel cuadriculado. El universo en el que tejen sus planes es mucho más amplio de lo que fue el nuestro. La visión y posibilidades crecieron como espuma. Curiosa, desempolvé mi imagen de antaño.

En aquella juventud todo sucedía con intensidad. Entreteníamos los días de secundaria con emociones exacerbadas. La creatividad era infinita. Desbocadas nos enamorábamos: de una canción, de un actor…de unos zapatos. Y de los hombres, por supuesto. Era enamoramiento explosivo, gozado o sufrido. Dramático. Eterno, aunque a veces los para siempres de nuestras eternidades tenían una vida útil de pocos meses. El chico en cuestión casi nunca se enteraba de que era galán llorado. Algunos de estos amores no sabían que lo eran, ni vieron los muchos cuadernos decorados con su nombre.

Se recuerdan bien esas pasiones de fantasía y melodrama. Bendita sea la memoria que celebra nuestros breves cuentos de hadas. Precisa atesorar, es terapia para los sentires, evocar, reír de nosotras mismas. Con nostalgia y diversión veo la nube rosada en la que nos paseábamos cuando nos daba por vivir la adolescencia con todo. ¿A quién no le pasaba? Fue entrenamiento afortunado, aprendíamos a sentir. Algunas tanto, que nos graduamos Cum Laude en la asignatura del corazón.


Observé con gusto a las fresas modernas, evolucionaron, no cabe duda. Espero que el talento para enamorar a la vida que había en nuestro ánimo también sea lo suyo. La audacia que se tiene a esa edad no vuelve, ojalá se la gasten bien, que amen con desmesura y felicidad. ¡Qué pena si no es así!

CARTA A RICARDO

Es hora de que hablemos, mi querido Ricardo. Me trago la vida. Cierro los ojos y me veo celebrando  cuarenta años. Los abro y realizo que ya pasaron cinco. En pocos días cumpliré cuatro décadas y media. El tiempo no perdona, a galope tendido viajan sus lunas. Volveré a abrir los ojos y estaré alcanzando los 50, y está bien.

Al abrir esa puerta me encantaría escucharte cantando «Señora de las Cinco Décadas». Escríbenos una nueva canción. Sin duda, encontrarás  musas en tus sueños,en tu experiencia. Inspírate.

Por favor, no olvides incluir las mismas cosquillas, las pisadas de fuego, la fuerza volcánica en la mirada. Aunque esté cansada no la despojes de su lava. Adorna tu tonada con amor rotundo, no importa que solo nosotras lo sintamos. Será consuelo en momentos de hormonas desorientadas y en soledades reales o imaginarias. 

Haznos sonreír, no hay regalo mejor. La desmemoria ya hace travesuras. Precisa que nos recuerdes la posesión de talentos viejos para nuevos manejos.

Canta sobre pasiones que se añejan y no se evaporan, convéncenos de que son nuestras. Revívelas con tu guitarra, ponnos a volar. Con sentido del humor, celebremos la dulce e inevitable decadencia.

Para la “amalgama perfecta” funde la solvencia que lo vivido nos otorga con irreverencia. Has un conjuro, músico talentoso. Rinde homenaje a los tantos momentos, a las lágrimas, a las arrugas. Vístenos el corazón de gala. Cuenta cómo, a paso de año se convirtió en maestro de los afectos.

Reitera que el arte del beso es inmune al peso de los días,  que  evoluciona en audacia, que puesto a buen uso, jamás envejece.

A la grasa abdominal, ni modo, no hay filosofía que le haga el favor. Tampoco fantasía. Ni la recuerdes, de ese fastidio se encarga el espejo.

Obra magia en el pentagrama, querido. Acataremos consejos. No intentaremos volver a los cuarenta. Ni siquiera para ver lo que dejamos perdido.



Agasájanos con tu estribillo por favor. Como lo hiciste al celebrar los cuarenta, tu voz nos hará reír, y con suerte, creer.