BOULEVARD DEL PASADO

Los trozos de recuerdo que me regresan a la Vista Hermosa de los 80’s son muchos y felices. El Boulevard era más flaco y lento. Donde ahora es el Súper Centro VH hubo camas elásticas, mi abuelo nos llevaba y la pasábamos felices rebotando. En Metro 15 había cine y una tienda de dulces importados que resultaba un paraíso, se llamaba Sweet.

Pero hay algo que a mis hermanas y primas se les evaporó del pasado, y por un momento me hicieron dudar. Según mi memoria, había una biblioteca, donde luego estuvo el primer Pollo Campero de VH. Al Campero no lo olvida nadie. Esta biblioteca quedaba a la vecindad de una librería a la que llamábamos «de las viejitas». Tenía lo necesario para hacer buenas investigaciones. En esa era el internet y el copy paste no existían ni en los Supersónicos. También era un buen sitio para ir a ver chicos de otros colegios.

Resulta que no lo soñé. Hace días platicaba con un buen amigo que también tuvo la feliz suerte de crecer en VH. Sin qué, ni para qué, me preguntó si me recordaba de la biblioteca del Boulevard VH. No sabe lo contenta que me puse. No soy la única que hizo de este barrio un sitio favorito en su memoria. Ni la única que recordaba este lugar de libros y chicos  ¡Gracias Ronald Remis!

SIN COINCIDIR

Querido mío, no nos estamos entendiendo. Lejos quedaron aquellos años en que pensábamos igual. Bailábamos pegadito, pero ahora decidiste alejarte. Me guiñas el ojo, luego me sacas la lengua y bailas para el otro lado. Me ignoras. No sigues mi música ni mi ritmo. Si tan solo pudiera adivinarte como en el pasado, podría darte lo que esperas de mí. Pero te has vuelto caprichoso. No me abrazas y además te burlas.

Sin embargo ¿sabes algo? no importa. Aunque me traigas por la calle de la amargura, estoy contenta. Si, Mundial impredecible, no hemos coincidido, aun así te quiero, y aunque no me creas, me haces feliz con tus sorpresas improbables.

Besos y abrazos,

Quiniela de Nicté


SI ESCRIBO RENAZCO

Me preguntas porque voy por la vida escribiendo “cosas”, podría darte un abanico tan grande de respuestas que resultaría aburrido. Pero hay un par de razones vitales, y aquí te las entrego.

Al escribir revivo a mis muertos, viajo al pasado, y vuelvo a sentir lo que me regalaron aquellas vidas y aquellos días. No regresarían si no los invoco al escribir. Con el teclado me puedo enamorar de nuevo: de alguna idea loca, de un sueño, de un recuerdo, del futuro y de la vida misma. Al escribir bailo, escucho música y rindo homenaje a la poesía, todos ellos son recursos básicos para sentir a corazón completo.

Si escribo renazco, y a la vez me protejo de soledades, estancamientos y otros demonios. Si no lo hago, si no construyo frases y las escupo en papel, un pedazo mío podría morir. Escribir es, después de todo, una medida –desesperada a veces– para seguir adelante.


BAJO LA MISMA ESTRELLA

«You don’t get to choose if you get hurt in this world, but you do have some say in who hurts you. I like my choices.» Augustus

¡Qué cosa tan grande  es  «The Fault in Our Stars»!

Compré el libro para mi sobrina, debí imaginar que ya lo había leído. «Leelo Nic!» me dijo. No me quedó más remedio. Me tomó 3 noches y no lo olvidaré jamás. A pesar de ser una historia de amor joven, es la esencia del mejor de los amores. Si lo pensamos, a esa edad se es intenso, y cuando de enamorarse se trata aún más.  No se piensa solo se siente.
Trae miel, trae limón y también chile. Es una novela que pica, arde y endulza.
A pesar de la brevedad extrema de la relación y del dolor (también extremo), es una delicia de lectura.

Bellos personajes, en todos los sentidos. Diálogos frescos y brillantes, jóvenes al fin.  Creo que no veré la película. Me quedo con el sabor del papel -que se mojó con un par de lagrimones- y la sinfonía de la prosa, simple pero picuda, de Green.