EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO…

Demasiadas notas he escrito sobre mi eterno romance con los libros. La literatura me ha acompañado desde que la descubrí y me  sigue seduciendo. Sin remedio, caigo tendida a sus pies. Los libros me acercan a mi interior. A través de ellos me conozco cada día más, es por ellos -en buena medida- que evoluciono. Leyendo envejezco en paz.
También gracias a ellos despego los pies de la tierra. De vez en cuando cae bien fantasear. A la literatura la llevo dentro, en el rincón más íntimo y personal. Es una señora que conoce lo que siento y lo que pienso. Tiene un especial poder de mostrarme cuanto y como deseo, me regala momentos iluminados y me traslada a vidas que siento conocer desde siempre. Este arte de tinta y abecedario me hace feliz.
Me encantaría tener la certidumbre de que cada persona que vive un encuentro con los libros, tiene la buena fortuna de sentir el mismo gozo que yo experimento. Es un milagro exquisito. Sería grandioso multiplicarlo de persona a persona. No importa en donde vivan, ni que edad tengan, no importa cual es su camino.  Como todo en la vida, lo imprescindible es sentir, con el cuerpo y el espíritu. Amar a los personajes, viajar a los escenarios, vivir a hielo y fuego cada historia, aprender. La relación con la  lectura es similar a la de los enamorados: frenética a veces, serena otras, siempre vital.
En el Día Internacional del Libro liberaremos un libro. Haremos un homenaje a los autores, celebraremos el eterno privilegio de comunicarnos a través de las letras. Será una forma genial de conectarnos, de compartir historias que nos han conmovido o cambiado.
Será un día en el que tenderemos puentes de frases, versos y prosa milagrosa. Viajaremos al pasado, al futuro, disfrutaremos aún más nuestro presente.
Acompañada de un libro todo puede estar mejor. Si el día no ha sido bueno la lectura le quita un poco de su peso gris. Si por el contrario fue uno grandioso, le pone broche de oro. En las buenas y en las malas de la mano de un buen texto no hay pierde.
A todos los lectores, a los poetas, a los escritores y por supuesto a los editores les deseo un feliz y delicioso día Internacional del Libro.
Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan,
 
porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer.»
Alfonso V
Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
 a mí me enorgullecen las que he leído.”
 
Jorge Luis Borges

ALGO BONITO

Contame algo bonito. Algo que nos saque lágrimas de risa o de emoción. Podrías describir las sensaciones que te invaden cuando haces eso que tanto te apasiona. ¿Qué sientes cuando navegas sobre el mar? ¿Qué te regala la brisa? ¿Cómo es el milagro marino que te hace sentir la vida?



 Describe tus rutas, dibuja la libertad que te regalan. Imagino que pedalazo a pedalazo construyes amistad con el viento, las aves, el sol. ¿Qué te dice la montaña cuando vuelas en bicicleta? Tal vez vas corriendo, ¿qué escuchas en tu recorrido?



Háblame de tus momentos de niñez, de la magia que descubrías al comer helado, de cómo le ganaste la partida a la oscuridad. ¿Qué alboroto invadió tu barriga la primera vez que te enamoraste? ¿Escribiste cartas o versos? Decime como te fuiste al cielo con tu primer beso ¿Volviste a nacer? Describe el olor de su pelo, el timbre de su risa.




 Platícame de tu música y tu baile. De tus libros salvadores, de tu poema favorito. Describe la ternura que invadió todo lo tuyo cuando cargaste por primera vez a tu bebé ¿Qué viste en sus ojos?


O lo que querrás, hablame de lo que querrás. Solo te pido que me contés algo bonito…

AMOR Y TIEMPO

Amor y tiempo: remedios clave para sanar. Raspones, desencuentros, huesos o hasta corazones rotos, a todos les cae bien el amor y el tiempo. Besos, abrazos y el transcurso de las horas resultan imprescindibles para evaporar dolores.


A veces una crepa de Nutella también logra lo suyo, o una margarita bien cargada. Todo depende del tamaño de la herida.


LA PROCESIÓN

A veces la procesión es tan grande que se sale hasta por las orejas. Aunque hagamos malabares no se queda dentro, la muy necia. O no es solo una. Entonces se juntan y hasta se chocan, y nuestros cucuruchos se descontrolan. Loquean en nuestro corazón para ver como resuelven. Mientras no se les resbale el anda del todo estamos medianamente seguros.

Si se cae, todo el escándalo de su peso produce un dolor difícil de maniobrar. Un verdadero canalla. Por eso hay que buscar fuerza y ánimo hasta por debajo de las piedras. En momentos así de peludos un abrazo cae del cielo. Largo, suave y cálido. Un apacho generoso nos salva y recuerda que el tamaño y el jaleo de las procesiones dependen de nosotros. Un buen abrazo nos hace renacer. No sé por qué a ratos lo olvido.


TANTOS LIBROS

Han sido tantos los libros que he leído. Lo he hecho desde muy niña. Tengo en la memoria la imagen constante de mis manos pequeñas sosteniendo uno. Puedo ver mi dormitorio, mi cama chiquita y la luz de la noche. Leía al finalizar el día, ya empacada entre las sábanas. Es un recuerdo que me ha acompañado siempre. Tan viejo es, que las primeras nociones de este hábito me remontan a la casa donde vivíamos con mi papá. Cuando el murió nos mudamos, yo estaba por cumplir nueve años. He leído desde que tuve mi encuentro feliz con el abecedario. Desde que aprendí la magia que se crea al unir letras y palabras. Han sido cuarenta años y ese milagro sigue asombrándome, una y otra vez.

Hubiera querido llevar un registro de todos los textos que he leído desde mi niñez. Una especie de “Book Journal”, escribirlo al terminar cada lectura. Plasmar mis impresiones, mis citas favoritas, las emociones que cada lectura me regaló. La fecha. Algunos los llevo metidos en los huesos. Otros son recuerdos vagos, parecen sepias de otra vida. Hubiera sido genial llevar ese registro y acompañarlo del momento que estaba viviendo.


Ana Paula mi sobrina resultó ser igual de trabada que su tía por este vicio de letras. Hoy le regalé el cuaderno para que haga lo que yo no hice. Ojalá pueda escribir algo sobre la literatura que la acompañará en su recorrido por la vida, algo que le quede por y para siempre. Ojalá qué, cuando vea para atrás y recurra a estos registros, encuentre respuestas sobre sus convicciones y sus sueños, que se encuentre en ellos. Ojalá haga de este ritual un ejercicio permanente, transformador y feliz.