AMOR DEL BUENO

Algunos tenemos la buena fortuna de sentirnos amados con una profundidad imposible de explicar.
Ese amor rico es porque es, no responde a condiciones. Un ser ajeno a condiciones te regala amor con la mirada, con caricias muy originales, con besos lengüeteados. 
No importa si haces o dejas de hacer, ni siquiera importa de qué tamaño o forma es tu reciprocidad. Simplemente te quiere.  Te sientes inmensamente amado y lo agradeces.
Esta criatura divina brinca de entusiasmo con solo verte. Se acerca si la llama la necesidad, para tu fortuna, casi siempre te necesita cerca. Tu  voz no la confunde, tampoco los sonidos que produces al llegar o partir. Con los ojos cerrados reconoce el tacto de tus manos. Sea  lo que sea que esté pasando, se deja acariciar. Con gratitud recibe tu caricia. Juguetones o melosos, tus cariñitos los recibe a corazón abierto.
Con tan solo olerte percibe si estás triste, feliz o molesto. No importa qué estado de ánimo te mueva, igual te quiere y te celebra. Te hace compañía siempre que lo invitas, deja cualquier cosa por estar contigo.
Tener una mascota que nos ama es un regalo de la vida. Hoy despedimos a nuestra Sassy. Durante doce años regaló amor del bueno, todos los días.  Reza el título de aquella película que muchos vimos cuando éramos niños:  «All Dogs go to Heaven» . Hoy no me cabe la menor duda.
 ¡Gracias amiga! Te voy a extrañar. No me había dado cuenta de cuánta falta harás. Me quisiste y te quiero. Quedaste adentro, muy adentro.